"...descendieron al Seol con sus armas de guerra, y sus espadas puestas debajo de sus cabezas; mas sus pecados estarán sobre sus huesos..." - Ezequiel 32:27
El emperador romano Teodosio (379--395 d.C.) oficializó el cristianismo como religión del imperio dando lugar a que el paganismo se introdujera dentro de la iglesia incluyendo creencias de un lugar de purificación después de la muerte. Luego vino Gregorio Magno oficializando la doctrina acerca de un lugar llamado purgatorio, alrededor del 600 d.C. Muchos siglos después, en el Concilio de Florencia (1431) se pronunció un dogma sobre el mismo que fue definitivamente confirmado en el Concilio de Trento (1564). Esta es la falsa red de contención para las almas luego de la muerte de manera que no vayan al infierno, asegurando un período de tiempo para la purificación de pecados de manera efectiva.
Pero la palabra de Dios contiene expresiones concretas que describen la condición de las almas no regeneradas por la gracia de Dios luego de la muerte y que entran a la eternidad. Sus pecados estarán con ellos "sus pecados estarán sobre sus huesos" - No hay lugar para purificación, porque la Biblia solamente describe al infierno como lugar de castigo - "E irán éstos al castigo eterno" (Mt. 25:46). El infierno no es un lugar de purificación, es un lugar de castigo; el razonamiento humano lo considera una doctrina de ignorancia y severidad; la Biblia lo considera como la santidad y justicia de Dios.
La única manera de ser librados del pecado es como la escritura lo establece y es por medio del arrepentimiento de pecados para con Dios y la fe en Jesucristo; algo que solamente se puede hacer durante la vida, no después de la muerte, ya que "está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio." (He. 9:27). Si la muerte llega para ti sin que hayas descansado en la justicia de Dios y sin haber visto la sangre de Cristo como único medio para el perdón de tus pecados; entonces debes estar seguro que estos te acompañarán por toda la eternidad, sobre tus mismos huesos. Recuerda hoy, entonces, que "la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Jn. 1:7)
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso
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