viernes, 25 de septiembre de 2015

SE BUSCAN: HOMBRES CONSECUENTES

"Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos" - Esdras 7:10

    Eran tiempos especiales para Israel. El fin de la cautividad de setenta años era un hecho sublime; Dios se acordó de su pueblo, de las promesas hechas por medio de los profetas y una restauración a la tierra era el próximo evento para acontecer. Pero la nación requería de líderes con compromiso, personas que amaran a Dios, que fueran celosos de su nombre, que honraran la escritura y que no cedieran al pecado y la impiedad. Dios tuvo un Zorobabel, un Nehemías, y especialmente, un Esdras; quien sobre todas las cosas era un hombre consecuente. Lo fue en privado y lo fue también en público.
    Mucho antes de que el remanente emprendiera su segunda tanda de regreso (la primera fue con Zorobabel), Esdras comenzó a emprender un regreso espiritual de la única forma posible: Preparando el corazón para inquirir en las escrituras; lo cual no lo hizo de manera meramente intelectual porque eso no hubiera servido en absoluto. Esdras sabía ya mucho antes de que Santiago lo dijera siglos después que los hombres bienaventurados son "los hacedores y no tan solamente oidores" de la palabra de Dios (Stgo. 1:22).  El escriba que salió de la cautividad para servir a su Dios fielmente, fue un hombre consecuente pues su convicción sobre preparar el corazón requirió también un inmediato cumplimiento de lo aprendido; y lo aprendido asimismo creó la consciente e imperiosa necesidad de transmitir aquello en que fue instruido por Dios.
   Abundan los hombres inconsecuentes; están los que dicen preparar su corazón, pero nunca inquieren en la escritura. Están también los que reconocen la importancia del estudio de la palabra, pero no la ponen en práctica. Otra clase de hombres inquieren y cumplen pero son egoístas y cortos de vista porque no transmiten lo que aprenden. Lamentablemente, también están los que insisten en enseñar aquello que ni han aprendido, ni han practicado. De una u otra forma, la iglesia sufre y adolece de hombres consecuentes que preparen sus corazones, que mediten en la escritura, que vivan lo que aprenden y que urjan a otros enseñando las verdades que han recibido. 
   ¿En qué lugar te ubicas tu? 

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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