miércoles, 16 de septiembre de 2015

LEE CON ATENCIÓN, ORA CON INTENCIÓN

"En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza." - Daniel 9:1-3

    Daniel capítulo 9 contiene una de las confesiones de pecado más profundas y notables de toda la Biblia. Lo que la hace más destacable es el hecho de la persona de quien proviene. Daniel es el hombre que fue descrito por el texto sagrado de esta manera: "Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él"; y sobre quien sus contemporáneos dijeron: "No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios" (6:4,5). Este es el hombre que ora confesando pecados en este capítulo. 
    ¿Qué provocó tal convicción de pecado? La lectura atenta de la escritura. Esto es más destacable aún cuando recordamos que Daniel era hombre acostumbrado a recibir visiones y revelación de Dios en sueños; no obstante eso, él leyó la escritura y la estudió. El resultado de esto fue el descubrimiento de la condición espiritual de la nación, de la cual él mismo no se distanció sino que se identificó con ella haciendo una de las confesiones más profundas de toda la Biblia. En su oración, Daniel se incluye como penitente trece veces (en los vs. 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 13, 14, 15 y 18); siendo que él podría haberse excusado a sí mismo ya que como lo expresó Dios a través de Ezequiel, él era uno de los tres hombres que conformaban el trío de únicos justos que librarían sus vidas en un juicio divino sobre la nación, cuando dijo - "si estuviesen en medio de ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia librarían únicamente sus propias vidas, dice Jehová el Señor" (Ez. 14:14).
    ¿Ves el valor de la lectura atenta de la palabra de Dios? ¿Te das cuenta que aquí hay una ilustración fabulosa, práctica y contundente de las palabras de Jesús en Juan 17:17 "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad"? Porque una vida sin lectura de la escritura, es una vida que oscurece la visión espiritual y favorece el encubrimiento del pecado; y esto por consiguiente obstaculiza la comunión con Dios porque el salmista dijo "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado" (Sal. 66:18). Lee tu Biblia con atención; no solamente te permitirá conocer a Dios, sino que también te alumbrará para que veas el pecado que debes confesar y abandonar. Si Daniel con todo su ejemplo de piedad y justicia no dudó en hacerlo y fue llevado a convicción y clamor, con toda seguridad nosotros también lo precisamos. Cuanto antes veamos así a la escritura tanto más pronto encontraremos en ella el medio de limpieza y santificación.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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