"Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe el deleite de tus ojos; no endeches, ni llores, ni corran tus lágrimas. Reprime el suspirar, no hagas luto de mortuorios; ata tu turbante sobre ti, y pon tus zapatos en tus pies, y no te cubras con rebozo, ni comas pan de enlutados. Hablé al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mujer; y a la mañana hice como me fue mandado" - Ezequiel 24:15-18
Cuando Dios llamó al ministerio a Ezequiel, lo colocó "en medio de casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oír y no oyen" (12:2). El comprobó al predicar con sus palabras que teniendo oídos, no escuchaban; pero también tuvo que vivir en carne propia y corroborar que teniendo ojos, no veían. El precio que pagó por "mostrar" sus mensajes, siempre fue costoso y complejo, pero ninguna circunstancia fue tan dura como la que le tocó vivir en esta oportunidad: La muerte de su esposa. Una frase que Dios le dijera a Ezequiel en el pasado permite tener una respuesta razonable para semejante situación que le tocó atravesar; a la pregunta de por qué Dios permitiría todas estas cosas en la vida de su siervo, sabiendo que un pueblo ciego y sordo no haría caso a sus palabras y ejemplos; he aquí la respuesta "Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos" (2:5)
"La vida que tu vives es el mejor sermón que jamás puedas predicar" (Wiersbe). Cuando Jesucristo salva a una persona, no solamente la transforma en una nueva criatura sino en un instrumento nuevo. Ninguna herramienta es igual a otra en la manos del Señor y lo que quiera hacer a través de tu vida no es lo mismo que lo que hará a través de otros. Cuando Dios salvó a Pablo dijo, "instrumento escogido me es éste" (Hch. 9:15).
Puede que tu hayas sido fiel en confesar a Cristo con tus labios siempre; en mantener constancia al entregar alguna literatura a tus compañeros de trabajo o amigos; nunca has dejado de dar razón de tu fe en Jesucristo cada vez que te han preguntado. Siempre has tenido un versículo para responder a las burlas o menosprecio al evangelio y te han consultado sobre la Biblia en más de una ocasión. Pero ¿qué de tu vida? ¿refleja ella el mensaje que difundes con tu boca? La gente te ha oído confesar a Jesús, pero ¿te han visto demostrarlo? A veces el precio que hay que pagar para esto es más alto en algunos creyentes que en otros. El accidente que te ha tocado vivir; la pérdida de un familiar; las angustias laborales; los malos tratos de la familia; la salud, las finanzas y las aflicciones reiteradas.
Confía en el Señor, depende de su soberano conocimiento. La gracia del Señor siempre se hará presente en todos los que pueden decir "Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí" (Gál. 2:2); y es el gran privilegio de los hijos de Dios el ser sal y luz en un mundo de hipocresía y malos ejemplos; y el poder presentarse como sermones vivientes para que todos los que los oyen y los ven siempre conozcan que ha habido profeta entre ellos.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso
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