lunes, 28 de septiembre de 2015

ENSEÑAR, ENTENDER, PRACTICAR


"Y todo el pueblo se fue a comer y a beber, y a obsequiar porciones, y a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado. Al día siguiente se reunieron los cabezas de las familias de todo el pueblo, sacerdotes y levitas, a Esdras el escriba, para entender las palabras de la ley." - Nehemías 8:12-13


    No hay duda alguna que este es uno de los momentos más importantes en la historia de la nación de Israel, no simplemente por el regreso a su tierra luego de los años de cautividad; sino muy especialmente por el regreso a la palabra de Dios que los sacó de un cautiverio aún mayor, uno espiritual. Siempre es edificante para el alma observar cómo la voz de Dios recibida en el corazón produce los efectos más duraderos y genuinos por encima de cualquier otra experiencia. Esto fue lo que pasó con el remanente, un gozo perdurable y un interés genuino por la palabra de Dios se hizo evidente mucho más que por el hecho mismo de estar otra vez en la tierra.

    El pueblo disfrutaba por entender las escrituras, lo apreciaron el primer día y fueron en busca de ello el segundo día. Fue la obra del Espíritu Santo, pero es la intención que espera de todos los creyentes. Dios ha ordenado la iglesia hoy en día de manera que haya "...pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo" (Ef. 4:11-12). Esdras y los levitas que le ayudaban se ocuparon de enseñar puesto que "leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura" (Neh. 8:8); y por su parte, el pueblo tuvo la actitud correcta pues "(abrió) Esdras el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento" (8:5). 
    Existe una relación entre los que enseñan y los que aprenden; los primeros deben mostrar lo que están usando, la fuente de la enseñanza y poner el sentido en la misma; mientras que los que oyen han de prestar atención a la instrucción espiritual. Cuando estos dos elementos están ausentes en la iglesia, podrá crecer en número pero no serán piedras vivas ni personas transformadas, sino solamente un grupo entretenido y pacificado de conciencia. Debemos rogar que la iglesia de Cristo se conforme más y más de personas que llegan al culto para entender las escrituras, ya que sin entendimiento de ella tampoco habrá puesta en práctica obediente de la misma. Hacen falta obreros que imiten al Hijo de Dios quien "entrando en la sinagoga, enseñaba. Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad..." (Mr. 1:21-22) 
    ¿Eres un obrero en la mies de Cristo? Enseña la Biblia y no "acerca de ella"; predica de manera que la gente sepa "lo que Dios quiso decir cuando dijo lo que dijo". ¿Eres parte de los que oyen? Presta atención, gózate de lo que entiendes, practícalo y regresa por más cada vez que te sea posible. Esto hace iglesias fuertes y saludables. Procura congregarte en un lugar así.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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