viernes, 13 de noviembre de 2015

EL ÚLTIMO QUE SALVÓ EN SU VIDA

"Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo:¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo" - Lucas 23:39-41

    Es una de las secuencias de la crucifixión y muerte de Cristo más recordadas; cuando pensamos en su muerte en la cruz, no solamente imaginamos su cruz sino otras dos a sus costados. Todos sabemos quiénes son los que las ocuparon, dos malhechores. Su presencia en el Gólgota no era una casualidad sino el cumplimiento de la profecía de Isaías, "y fue contado con los pecadores" (53:12b). Allí estaba a quien la misma palabra de Dios describe como bienhechor, "Bueno eres tú, y bienhechor" (Sal. 119:68) en medio de dos malhechores, ¡qué paradoja! Cuando Isaías escribió acerca de este acontecimiento inmediatamente agregó "habiendo él llevado el pecado de muchos" (53:12c), y no hay duda que sus palabras incluían a todos los que en todas las épocas han sido y serán lavados en la sangre de Cristo y salvados por su muerte. Pero poco imaginaba Isaías que uno de esos muchos sería salvado en la misma hora de la muerte del Autor de la vida.
    ¡Qué solemne manifestación de gracia y qué tremenda demostración de regeneración! Según Mateo 27:44 y Marcos 15:32 ambos criminales se unieron a la multitud en sus burlas contra Cristo. Pero con el paso de las horas, algo ocurrió; la convicción de pecado llegó a la conciencia de uno de ellos y experimentó el arrepentimiento. Su salvación fue instantánea y aunque él no lo supo inmediatamente, las evidencias primarias están allí en el mismo texto. El se identificó con Cristo al reprender a su compañero que continuó injuriando (gr. blasfemando); su entendimiento del temor de Dios cobró vida; la condenación humana de sus hechos le reflejó a su corazón la condenación divina que sabía que merecía; su condición como pecador perdido fue absolutamente reconocida al creer que padecía justamente, y su acertado conocimiento de la impecabilidad de Cristo fue confesado con sus labios sin dilatación.
    Así, Cristo es el ejemplo del mejor evangelista, del único Salvador eficaz, de aquel quien ama hasta lo sumo, y de alguien que perdona aún a los que no pueden hacer nada en sus vidas por él pero que se arrepienten y confiesan su nombre. No precisó mucho tiempo, no hizo ningún otro milagro, no predicó ningún otro sermón, no dijo otra parábola; pero con sus brazos extendidos y su corazón quebrantado amó hasta el fin a un convicto, sucio y olvidado pecador. ¿Por qué no lo podría hacer ahora que ha resucitado? ¿Por qué supones que tu caso es inútil? Que te sirva de lección, aprende que si tus pecados aún no han sido perdonados no es porque él no pueda hacerlo; recibe su gracia y acepta su perdón.

"Lugar hallarás allí, lugar hallarás allí;
millones habrá mas hay un lugar, 
en la cruz hallarás lugar"
- Ira F. Stanphill
 ¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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