"Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos" - Santiago 2:10
Imagina que te encuentras colgado de una cuerda con diez nudos que te sostiene de caer al vacío pero que se está por cortar, y tu piensas "Ojalá se corte en el primer nudo, porque si se corta en el noveno, no voy a tener esperanza de salvarme" ¡Qué tontería! No interesa dónde se corte la cuerda, de todas manera no podrá evitar la caída o hacerla menos trágica, ¿verdad? Este es, sin embargo, el tipo de razonamiento que poseen muchas personas con respecto a la esperanza que tienen de cómo serán vistos en la presencia de Dios cuando piensan en qué han cumplido y qué no han cumplido de los diez mandamientos. Algunos están seguros que saldrán airosos porque bueno, no han matado a nadie, o jamás han cometido adulterio; han mentido, eso sí, pero incluso sus mentiras nunca tuvieron la envergadura de las mentiras de otras personas. Lo que no entienden estas personas es que los diez mandamientos representan el carácter de Dios y su opinión sobre el pecado y que conforman una unidad básica e inseparable.
Cuando Santiago escribió su epístola (carta) les mostró en este punto que aunque no todos los pecados llegan a hacer el mismo daño, sin embargo "todos, sin excepción destruyen la unidad y convierten a los hombres en transgresores" (MacArthur). Claro que no es lo mismo el adulterio que la mentira, pero a la hora de establecer la culpabilidad del ser humano ante Dios, cualquier quebranto de la ley de Dios tendrá el mismo veredicto. De manera que a esta altura de nuestra explicación de hoy, entendemos que tal y como dice la Biblia, "todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno" (Ro. 3:12).
El resultado de quebrantar la ley es la condenación porque Dios no admite fallas; luego si tratas de justificarte para enmendar lo que has quebrantado será tan inútil como procurar unir la cuerda una vez que se ha cortado y estás cayendo al vacío. Sólo una cosa es segura, la muerte; "porque la paga del pecado es muerte" (Ro. 6:23). La meta en el mensaje de Santiago es que entiendas que la culpabilidad es un asunto establecido para todo ser humano, no importa qué es lo que este haya quebrantado; eso te incluye a ti indefectiblemente, "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Ro. 3:23). Ahora, si quieres saber cómo enfrentar semejante situación, debes recurrir a Jesucristo quien jamás en toda su vida quebrantó un solo mandamiento de Dios, él posee una cuerda de diez nudos que está completa, y su justicia es la que te ofrece a ti. La culpa de tu quebranto de la ley y la paga de tus pecados fue cargada sobre su cuerpo en el Calvario; Dios no pasó por alto tu culpabilidad, la colocó sobre Jesucristo, para que él pueda colocar sobre ti su propia justicia. "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Cor. 5:21). Toma su justicia, es una cuerda intacta.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso
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