"Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros" - Gálatas 4:19
Toda madre sabe lo que son los dolores de parto, incomparables a cualquier otro dolor según el testimonio de muchas de ellas. Cierto es que poco recuerdan los dolores una vez que la criatura ha nacido y una inmensa felicidad también incomparable las llena por completo. Si le preguntaras a esa madre si en algunas semanas quisiera volver a experimentar ese dolor, de seguro te diría que no; el bebé ha nacido y ya no desea recordar más ese momento ingrato.
En el pasaje de hoy, es la única vez que el apóstol Pablo se compara a una madre que ha dado a luz hijos; los gálatas eran sus hijos espirituales y la labor del apóstol al presentarles a Cristo crucificado de manera clara y contundente (Gál. 3:1) fue como un trabajo de parto. Pero estos hermanos dejaron prontamente el evangelio de la gracia para correr detrás de un evangelio legalista que les insistía que aparte de Cristo, necesitaban de sus esfuerzos para asegurarse la salvación.
Ahora Pablo vuelve a sufrir dolores de parto, pero no por la salvación de ellos sino por la inmadurez que experimentaban y el legalismo al que neciamente se habían sometido. Para expresar su gran preocupación y dolor, el apóstol utilizó una palabra única en el Nuevo Testamento, aunque tiene similitud con otras que aparecen en algunos de sus escritos. La palabra "formar" (Gr. morpho), y que significa "un cambio de carácter o conducta que corresponda con la condición espiritual interna existente en la persona de manera que halla una conformidad moral a Cristo." (Vine). Pablo habló de sus dolores de parto sufridos por su anhelo de que esta formación sea concretada en los hermanos de Galacia.
Toda vez que un cristiano vuelve sus pies en procura de hacer ciertas cosas para obtener el favor de Dios y la seguridad de perdón, se encuentra en un estado de absoluta inmadurez que profundiza la necedad en el corazón. Asimismo hurta la paz que la gracia otorga y entristece el alma de pastores y maestros del evangelio, que dan su vida y su tiempo para exponer la palabra de manera que Cristo sea la perla de gran precio para los cristianos siempre, sin agregados. No solamente sufrió Pablo para llevarles el evangelio, también sufrió para que maduren en la fe.
¿Eres tu uno de los que hacen que tu pastor o maestro esté en trabajo de parto nuevamente? ¿Causas dolor por menospreciar la gracia y por no disfrutar dos de las mas bellas palabras que Cristo dijo: "Consumado es" (Jn. 19:30)? Vuelve a meditar en ellas, deja que el Espíritu Santo implante esta verdad en tu mente y corazón; disfruta de la libertad del Calvario y sirve al Señor con temor y temblor debido a semejante seguridad. Alivia el trabajo de tu pastor creciendo, madurando, apreciando y proclamando las virtudes de la cruz y la gracia de Dios.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
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