"Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando... Y Bernabé y Saulo, cumplido su servicio, volvieron de Jerusalén, llevando también consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos" - Hechos 12:12, 25
Es sabido que las impresiones que una persona recibe en su niñez y en su adolescencia juegan un papel importante en la formación del carácter y en decisiones futuras. Juan Marcos, el evangelista fue uno de ellos no hay duda alguna. ¡Qué impacto habrá hecho en su vida todo ese grupo de personas reuniéndose habitualmente en su casa para orar! Uno tras otro entraban los hermanos y puestos de rodillas oraban sin cesar; su madre María abriendo las puertas de su hogar para recibir tantas personas que clamaban a una voz por la vida del apóstol Pedro, preso por causa del evangelio de Cristo. Todo lo que oyó, vio y experimentó le dieron una proyección espiritual que eventualmente lo colocó en la mira de su tío Bernabé y del mismísimo apóstol Pablo quienes decidieron llevarlo a la obra del ministerio. Juan Marcos tuvo sus vaivenes y momentos de fracasos y temores, pero finalmente y con el paso del tiempo y seguramente recordando su herencia de experiencias piadosas en su hogar; el Espíritu Santo deja constancia en su palabra que llegó a ser un hombre útil para Cristo (2 Ti. 4:11).
No sabemos nunca lo que Dios puede hacer con niños y jóvenes que viven experiencias en ambientes piadosos; quizá tú eres uno de los que han abierto su hogar a ciertos aspectos de la obra del Señor, o se han privado de libertades para recibir personas y hacer de la casa un centro espiritual. Tus niños han tenido que ceder su cuarto tantas veces a los visitantes que llevaban la palabra de Dios cuando tu los hospedaste sin recursos pero con amor por el Señor. La casa se ha visto impedida de tener un horario habitual y parejo porque se ha usado para extender el evangelio; si hubo niños o adolescentes observando, ¿quién sabe lo que el Señor puede hacer con ellos pronto? ¿No estarás formando un Juan Marcos en tu propia casa? Quizá, y entonces todas esas limitaciones que tuviste habrán sido por demás provechosas.
Nunca subestimes las impresiones que dejan en los jóvenes las acciones más sencillas y puramente piadosas y de servicio por amor del nombre del Señor, ellas darán fruto a su tiempo. Aquella noche, en casa de María cuando Pedro se hizo presente en medio de la iglesia reunida en ese lugar para orar sin cesar por él, esa misma noche Juan Marcos supo que Dios oye la oración de su pueblo y que sí algo valía la pena en la vida era dedicarla para servir en la causa del evangelio. Una madre egoísta y más preocupada por una casa limpia y sin gente que moleste, quizá habría dejado un ejemplo de pulcritud y privacidad, pero nunca hubiera formado un misionero de Cristo.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso
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