"Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos" - Malaquías 3:3-4
Según se sabe, los afinadores de metales preciosos en tiempos bíblicos utilizaban un método particular para lograr la limpieza y pureza del material tratado, ya sea plata u oro. Una vez que el metal era colocado en el crisol, el afinador procedía a calentarlo con fuego hasta su punto de fundición; logrado esto, aumentaba el calor a medida que las impurezas aparecían en la superficie. Acto seguido, tomaba la herramienta adecuada, quitaba estas impurezas y volvía a calentar aún más el crisol. Una y otra vez el proceso se repetía mientras tanto aparecieran las impurezas en la superficie del metal fundido. El momento en que el afinador se aseguraba que el metal había alcanzado su pureza absoluta era únicamente cuando al inclinarse sobre el crisol, podía ver su rostro perfectamente reflejado sobre la superficie; cuando ninguna escoria distorsionaba la imagen del reflejo entonces, y sólo entonces, el proceso de afinación había culminado.
La segunda venida de Cristo transformará definitivamente a la nación de Israel, dentro de todos los aspectos que involucrará este evento; y para ellos será un juicio severo que cumplirá perfectamente el propósito divino y purificará al pueblo de manera profunda y radical; finalmente traerán una ofrenda en justicia que agradará al Señor y cuya calidad y sinceridad será únicamente comparable a los momentos memorables de la nación en sus esplendores terrenales.
Es natural que consideremos la figura utilizada por Malaquías como un argumento valedero sobre el proceso de purificación que Dios tiene sobre sus hijos en tantas oportunidades. El está sentado, calentando el crisol de tus circunstancias una y otra vez; y quitando las escorias de tu corazón cada vez que aparecen; mientras el cielo observa que confiesas tus pecados y cambias hábitos que no reflejan la esperanza que está en tu vida por causa de Jesucristo. Nunca lo imaginamos así, pero es una experiencia necesaria "para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo" (1 Pe. 1:7). Sólo Cristo conoce sus ovejas y solamente él sabe cuando puede verse reflejado en tu vida; porque para esto fuimos llamados "porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo" (Ro. 8:29) ¿Qué ve el Afinador al inclinarse sobre tu alma?
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso