sábado, 21 de marzo de 2015

CARDIOCIRUGÍA

"Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas." - Deuteronomio 30:6

    La circuncisión era una práctica común en los pueblos orientales pero en Israel fue utilizada como la señal de un pacto entre Dios y su pueblo. Esto se remontaba a los años de la vida de Abraham, en Génesis diecisiete. Este rito para la nación judía significaba separación, obediencia y pureza para Dios, pero simbolizaba dejar de lado los méritos personales para abrazar la gracia de Dios como único medio de reconciliación con él.
    Con el tiempo, la nación hizo del rito un asunto meritorio en sí mismo y pasaron por alto su verdadero siginificado espiritual. Pero Moisés lo aclaró ellos antes de morir; lo que tiene que ser quitado no se halla en el cuerpo exterior sino en el espíritu representado en el corazón. Bíblicamente usamos el término corazón para referirnos a él como centro de nuestros intelectos, emociones y voluntad, nunca como el órgano que bombea la sangre a todo nuestro cuerpo.
    Solamente un corazón tratado con la cirugía celestial a manos Dios puede ser cambiado para el objetivo más importante del hombre que es glorificar a Dios y disfrutar de él por siempre amándolo. Naturalmente, el corazón del hombre no ama a Dios; no se puede confundir simpatía con amor. Muchos simpatizan con Dios por tradición, pero no lo aman porque necesitan un cambio de corazón que solamente ocurre cuando el evangelio, las buenas nuevas de salvación por medio de la muerte y resurrección de Jesucristo llega a ser creído y recibido por medio de la fe sola.
    No sirven meras reformas, no tienen valor las resoluciones tajantes por cambiar y abandonar hábitos que a la sola luz de la conciencia sabemos que no honran ni a Dios ni a la ética más primitiva. Cuánto más cuando son expuestas ante la palabra de Dios, la Biblia. Ella no deja lugar a dudas que solamente el arrepentimiento, la confesión de pecado y la aceptación del don divino de Hijo de Dios, son la única garantía de un corazón convertido. Así lo dijo el profeta Ezequiel, "Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra." (36:26-27). 
    En el Nuevo Testamento, Jesús expresó: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios." (Jn. 3:7). Esto cambia el corazón, esto es la nueva vida y esto es lo que hace que un hombre o mujer pueda amar a Dios. Una cirugía espiritual del corazón. Un cambio radical y completo, nada reformado ni remendado sino nuevo completamente. La religión reforma, la relación con Cristo, transforma.
     Tomemos muy en serio las palabras del profeta Jeremías: "Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis más vuestra cerviz." (Jer. 10:16).

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013

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