miércoles, 11 de marzo de 2015

NO TE METAS DONDE NO DEBES


"Y Jehová me dijo: No molestes a Moab, ni te empeñes con ellos en guerra... Y cuando te acerques a los hijos de Amón, no los molestes... Levantaos, salid, y pasad el arroyo de Arnón; he aquí he entregado en tu mano a Sehón rey de Hesbón, amorreo" - Deuteronomio 2:9,19, 29


    La disciplina de cuarenta años de Israel vagando por el desierto había llegado a su fin. Ahora serían una nación con territorio propio prometido por Dios a Abraham más de cuatro siglos antes, cuando este ni siquiera había tenido hijos aún.
    La posesión de la tierra era un hecho indiscutible y la victoria sobre los enemigos impíos señalados por Dios estaba garantizada, de manera que lo único que Israel tenía que hacer era obedecer.  Sin embargo, el mandato contenía instrucciones específicas; por un lado les indicaba que ya Dios había entregado en sus manos a ciertas naciones, y por otro lado les advertía sobre los pueblos que no debían tocar. No eran batallas que debían ocuparse en pelear pues no estaban en los planes divinos para ellos como nación.
    No nos ha llamado Dios a enfrentarnos a asuntos que no ha planificado para nosotros, y es que no tenemos que meternos en lo que no debemos. Muy a menudo abarcamos más de lo que podemos apretar, algunas veces interfiriendo en asuntos ajenos que no podemos solucionar. Lo dijo Salomón, "El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno es como el que toma al perro por las orejas." (Pr. 26:17). Si no deseas que el perro te muerda, será mejor que no libres batallas que no te corresponden.
   En más de una oportunidad creyentes se han empeñado en justificar su participación forzada en asuntos políticos y sociales con la excusa de llevar el Evangelio y lo único que han logrado es opacar su brillo y su poder. Muchos de ellos entran en la categoría de los que Pablo describió como "entremetiéndose en lo ajeno" (2 Ts. 3:11); o de los cuales también el apóstol Pedro escribió que  padecen por "entremeterse en lo ajeno" (1 Pe. 4:15).
   Presta atención al plan de Dios para tu vida, hay algo que debes batallar y poseer, son territorios necesarios para el desarrollo sano de tu fe; temperamento, conducta, carácter, valores, matrimonio, hijos, testimonio, oración, devoción, etc. Hay promesas para todo esto. Pelea la buena batalla de la fe y no te metas en lo que no debes.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-

© Copyright Ricardo Daglio - 2013

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