martes, 24 de marzo de 2015

ENCUBIERTO AL DESCUBIERTO

"Y Acán respondió a Josué diciendo: Verdaderamente yo he pecado contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho. Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos, lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello." - Josué 7:20-21

    Era un momento doloroso para la nación de Israel pues luego de tantos años de espera para tomar posesión de la tierra prometida, ahora, en unas pocas horas y a pesar de una gran victoria sobre Jericó, debían lamentar la muerte de algunos del pueblo como consecuencia de un pecado encubierto. Nuestro texto de hoy relata la confesión del pecado de Acán ante Josué y toda la congregación. Pero ¿es realmente una confesión? Técnicamente lo es, pero no práctica ni moralmente. 
    Acán confiesa el pecado porque ha sido descubierto en el mismo, de lo contrario es dudoso que lo hubiera hecho. Había escondido muy bien lo que había tomado de Jericó bajo la clara indicación de Dios de no hacerlo. Su confesión también deja entrever su falta de arrepentimiento, pues describió como "muy bueno" aquello que Dios dijo que era maldecido. Es una pequeña nota que demuestra que un corazón codicioso sin pesar por el pecado, siempre tiene la tendencia a verle el lado bueno a las faltas que comete contra Dios. No, Acán no estaba arrepentido, sólo con remordimiento y procurando enaltecer su persona al demostrar a todos que no ocultaba su falta. Pero, de no haber sido descubierto ¡cuánto disfrutaría el oro, la plata y las prendas babilónicas!
    La importancia que reviste este pasaje es muchas veces pasada por alto porque un signo de interrogación  aparece en quienes no comprenden cómo Dios fue tan severo con Acán y su familia en el resto del pasaje cuando este "pobre hombre" - dicen ellos - confiesa su pecado públicamente. Pero cuando olvidamos el carácter verdadero de la confesión y el arrepentimiento, es normal que no tengamos discernimiento ni claridad para juzgar el pecado. La escritura dice, "El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia." (Pr. 28:13). Jamás hubo intención en Acán de apartarse de su pecado y en cuanto a su confesión, pues nunca sabremos qué grado de sinceridad tenía ya que su encubrimiento y posterior descubrimiento le quitan cualquier tipo de  veracidad confiable a sus palabras.
    Son muchos otros en la Biblia que como Acán, dijeron "he pecado" más nunca mostraron arrepentimiento; Faraón, Balaam, Saúl, Judas; todos ellos dijeron lo mismo, pero sus palabras no contenían más que remordimiento y orgullo. Quiera el Señor que cuando pequemos contra él, podamos decir "he pecado" pero como el rey David quien mostró en el salmo cincuenta y uno el arrepentimiento genuino de un penitente. "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1 Jn. 1:9). Que el cielo nos encuentre siempre viniendo a rendir cuentas y no siendo descubiertos con deudas, porque nunca sabremos qué grado de honestidad y sinceridad hay en corazones sorprendidos en faltas.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013

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