domingo, 29 de marzo de 2015

EVITA TENER QUE DAR EXPLICACIONES

"Si nos hemos edificado altar para volvernos de en pos de Jehová, o para sacrificar holocausto u ofrenda, o para ofrecer sobre él ofrendas de paz, el mismo Jehová nos lo demande. Lo hicimos más bien por temor de que mañana vuestros hijos digan a nuestros hijos: ¿Qué tenéis vosotros con Jehová Dios de Israel?" - Josué 22:23-24

    Cuando llegó al final la distribución de la tierra entre los hijos de Israel, Josué llamó a la tribu de Rubén, de Gad, y a la media tribu de Manasés para que regresaran a su heredad ya adquirida al otro lado del Jordán. Cumplieron con su promesa hecha años atrás a Moisés en Números 32, de que pasarían el Jordán y librarían las batallas con el resto de las tribus hasta que todo hubiera terminado.
    Ahora, regresaban a su lugar escogido. Pero al hacerlo edificaron un altar que, ellos explicaron, solamente sería para testimonio para las generaciones venideras de que también pertenecían a Israel aunque vivían al oriente del Jordán. Tal acción generó una sospecha en el resto de las tribus que casi los lleva a un conflicto bélico por causa de una mala interpretación de motivos. Luego de explicar los mismos, todo quedó en paz y cada uno volvió a su heredad. 
    Pero ¿era necesario este altar? ¿había que poner un monumento adicional para comprobar su identidad y relación con el pueblo de Dios? Es más que probable que no. Pero la raíz de todo estaba en que desde el principio estas dos tribus y media habían escogido fuera de la voluntad de Dios, en un lugar que no era el que Dios había planeado para ellos como parte de Israel. Como una de las consecuencias de esto, sintieron la necesidad de "asegurar" su filiación.
    Siempre que un hijo de Dios tiene que elaborar algo a la fuerza para sostener el testimonio de la unidad con el resto de sus hermanos, estamos a las puertas de un problema que podría evitarse. "No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo," (2 Cor. 6:3). Pensemos siempre acerca de las decisiones que tomamos antes de tener que realizar explicaciones por conductas comprometedoras. Quien tiene que dar razones de su conducta algunas veces es porque la misma no es del todo clara. No siempre es así, pero cuando se trata del testimonio de Cristo hemos de ser cautelosos para vivir como sal y luz sin dar pie a malas interpretaciones. 
    Rubén, Gad y la media tribu de Manasés debían hacer caso al último mandato de Josué para ellos antes de partir, "Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma." (22:5). Este es el secreto de una vida transparente y abierta a los ojos de los demás. No importa lo que otros digan cuando vivimos bajo esta consigna. 

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013

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