miércoles, 22 de julio de 2015

APRENDIENDO EL ABC

"La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá..." - Isaías 28:13

    Los líderes de la nación en tiempo de Isaías se burlaban de la manera que él presentaba sus mensajes con simplicidad y repitiendo lo mismo siempre. Una y otra vez el profeta anunciaba a Israel la necesidad de confiar solamente en Dios para su seguridad y no en las naciones extranjeras, y lo decía continuamente y con palabras sencillas. El rey y los demás veían esta forma de proclamación como una burla a su intelecto y orgullosa estirpe.
    Pero la didáctica de Isaías no apelaba a una profundidad de intelecto sino a un corazón humilde, sin embargo la nación tenía lengua de santos y corazón de impíos "porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí" (29:13). No existe mejor enseñanza que aquella que apunta al corazón y para ello no se precisa sabiduría de palabras sino la proclamación del mensaje tal y cual se nos ha dejado en la escritura. A menudo las personas se amontonan para ver y oír "cosas estupendas", cosas que los hagan emocionar y que les provoquen entusiasmo. Pero la mejor y única manera de transformar vidas es el desarrollo paulatino, constante y completo de todo el consejo de Dios en su palabra. Lo dijo el apóstol Pablo, "no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios " (Hechos 20:27); el sabía lo que significaba usar la Escritura para proclamar a Cristo y durante tres años no cesó de hacerlo con los efesios. 
    Lamentablemente, como en tiempos de Isaías, también hoy muchos oyentes y multitudes solicitan la misma receta de enseñanza que le pedían a él, "no nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas"( 30:10). Es menester que la iglesia de Cristo haga colectivamente lo que debe hacer cada uno que forma parte de ella individualmente: Ir a través de la Biblia de tapa a tapa. ¿Cómo sabremos lo que Dios quiso decirnos en el pentateuco si no enseñamos de allí? ¿En los Salmos y Proverbios? ¿Los libros históricos? ¿La profecía? Jesús dijo: "Mis ovejas oyen mi voz" y la voz del pastor comienza a escucharse en Génesis 1:1 y termina en Apocalipsis 22:21. 
    ¿Eres un creyente comprometido? Entonces lee tu Biblia renglón tras renglón y ora para que tus hermanos en la fe hagan lo mismo y que en tu iglesia así se aprecie la enseñanza. ¿Eres un siervo de Dios a cargo de una congregación? No deseches ningún libro de la escritura, examina tu filosofía de enseñanza y no estés picoteando por los pasajes que te parecen más atractivos, ¡predica la palabra! ¡toda la palabra! Este es el ABC de la iglesia y de cada hijo de Dios.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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