"La palabra, pues, de Jehová les será mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá..." - Isaías 28:13
Los líderes de la nación en tiempo de Isaías se burlaban de la manera que él presentaba sus mensajes con simplicidad y repitiendo lo mismo siempre. Una y otra vez el profeta anunciaba a Israel la necesidad de confiar solamente en Dios para su seguridad y no en las naciones extranjeras, y lo decía continuamente y con palabras sencillas. El rey y los demás veían esta forma de proclamación como una burla a su intelecto y orgullosa estirpe.
Pero la didáctica de Isaías no apelaba a una profundidad de intelecto sino a un corazón humilde, sin embargo la nación tenía lengua de santos y corazón de impíos "porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí" (29:13). No existe mejor enseñanza que aquella que apunta al corazón y para ello no se precisa sabiduría de palabras sino la proclamación del mensaje tal y cual se nos ha dejado en la escritura. A menudo las personas se amontonan para ver y oír "cosas estupendas", cosas que los hagan emocionar y que les provoquen entusiasmo. Pero la mejor y única manera de transformar vidas es el desarrollo paulatino, constante y completo de todo el consejo de Dios en su palabra. Lo dijo el apóstol Pablo, "no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios " (Hechos 20:27); el sabía lo que significaba usar la Escritura para proclamar a Cristo y durante tres años no cesó de hacerlo con los efesios.
Lamentablemente, como en tiempos de Isaías, también hoy muchos oyentes y multitudes solicitan la misma receta de enseñanza que le pedían a él, "no nos profeticéis lo recto, decidnos cosas halagüeñas"( 30:10). Es menester que la iglesia de Cristo haga colectivamente lo que debe hacer cada uno que forma parte de ella individualmente: Ir a través de la Biblia de tapa a tapa. ¿Cómo sabremos lo que Dios quiso decirnos en el pentateuco si no enseñamos de allí? ¿En los Salmos y Proverbios? ¿Los libros históricos? ¿La profecía? Jesús dijo: "Mis ovejas oyen mi voz" y la voz del pastor comienza a escucharse en Génesis 1:1 y termina en Apocalipsis 22:21.
¿Eres un creyente comprometido? Entonces lee tu Biblia renglón tras renglón y ora para que tus hermanos en la fe hagan lo mismo y que en tu iglesia así se aprecie la enseñanza. ¿Eres un siervo de Dios a cargo de una congregación? No deseches ningún libro de la escritura, examina tu filosofía de enseñanza y no estés picoteando por los pasajes que te parecen más atractivos, ¡predica la palabra! ¡toda la palabra! Este es el ABC de la iglesia y de cada hijo de Dios.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso
No hay comentarios :
Publicar un comentario