"Cuando Atalía madre de Ocozías vio que su hijo era muerto, se levantó y destruyó toda la descendencia real. Pero Josaba hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a Joás hijo de Ocozías y lo sacó furtivamente de entre los hijos del rey a quienes estaban matando, y lo ocultó de Atalía, a él y a su ama, en la cámara de dormir, y en esta forma no lo mataron. Y estuvo con ella escondido en la casa de Jehová seis años; y Atalía fue reina sobre el país"... "Era Joás de siete años cuando comenzó a reinar". - 2 Reyes 11:1-3, 21
Atalía fue la única mujer reina en Judá, era hija del impío rey Acab y esposa del ya muerto rey Joram con quien había tenido a Ocozías. La primera acción de Atalía al usurpar el trono fue destruir la descendencia real de Judá. Poco le importó dar muerte a los príncipes, muchos de los cuales eran sus propios nietos. Hay una sola forma de entender semejante acción, y es recordando que de esta familia real provendría el Mesías tal como lo había jurado Dios a David, "Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro, y tu trono será estable eternamente" (2 Sam. 7:16). De manera que es este uno de los tantos intentos de Satanás de exterminar la línea del Mesías, el Salvador prometido, para hacer imposible su llegada al mundo.
Pero Dios se burla de los intentos fallidos del enemigo de toda justicia; y en esta oportunidad lo hizo a través de la preservación de un niño, escondido por seis años en la casa de Jehová y -según el historiador judío Flavio Josefo- en el lugar donde muebles y colchones viejos eran guardados. Josaba, cuyo nombre significa "Jehová ha jurado" hizo honor a su nombre ocultando al niño, quizá recordando la manera en que también Moisés fue preservado por su madre Jocabed (Ex. 2:4).
Seis largos años que dieron su resultado, pues este niño llegó al trono a los siete y así continuó el juramento de Dios a David. Los intentos por destruir la llegada del Salvador nunca lograron su objetivo. Vez tras vez, Dios libró, guardó, sostuvo y mantuvo control sobre el cumplimiento de la profecía. Y finalmente, llegó el Mesías, el Señor Jesucristo y con su arribo, también más intentos de Satanás por frustrar los planes divinos, tentando al Hijo de Dios y procurando que evite la cruz. No lo logró, y el Calvario fue el triunfo final de Cristo sobre los principados y potestades (Col. 2:14-15). La iglesia fue comprada por el precio de la sangre de Jesús y él le prometió que "las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mt. 16:18).
Dios no precisó un gran ejército para lograr sus planes, sólo un niño de siete años; pero la implicación de esta gran manifestación de soberanía divina, alcanza hasta tu propia vida. Tu rechazas la verdad, y este será uno de los relatos bíblicos que serán usados en tu contra; pero si pones tu confianza en Jesucristo, confesando tus pecados y agradeciendo su amor y poder mostrado en su muerte, aprenderás a apreciar cuán grande es Dios y cuánto valoró tu vida al incluir en sus planes a un niño de siete años guardado para la continuación de sus propósitos eternos.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
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