viernes, 17 de julio de 2015

BRECHAS PELIGROSAS

"Visteis las brechas de la ciudad de David, que se multiplicaron..." - Isaías 22:9

    El capítulo 22 de Isaías es conocido como la profecía de "El valle de la visión", no porque Jerusalén estuviera ubicada en un valle, porque no lo está; sino por el cúmulo de profecías que habían venido sobre ella durante tanto tiempo. Existe un gran contraste que se observa en los primeros versículos entre la pasividad gozosa de la ciudad y la gran tristeza del profeta; "Tú, llena de alborotos, ciudad turbulenta, ciudad alegre... Por esto dije: Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo..." (2, 4).
    En lugar de cuidar su relación con Dios y buscarle en humillación, oración y ruego, Jerusalén -la ciudad de David- mantuvo una filosofía del tipo "así es el destino que nos toca" y lo expresaban abiertamente: "... y he aquí gozo y alegría, matando vacas y degollando ovejas, comiendo carne y bebiendo vino, diciendo: Comamos y bebamos, porque mañana moriremos." (13). Así, cuando el enemigo llegó, encontró una ciudad descuidada; rodeándola observaron un muro con brechas oportunas para facilitar la entrada. Los muros de la ciudad tenían un doble propósito, marcar un límite y proveer protección. Ambas cosas estaban por desaparecer en Jerusalén.
    Si el creyente ha sido negligente una y otra vez en cuidar su relación con Dios, no amándole, ni sirviéndole, ni obedeciéndole; entonces el enemigo naturalmente encontrará brechas multiplicadas a gran velocidad por donde logre introducirse y derrotarlo. Brechas en la oración, en los valores morales, en la lectura de la Biblia; brechas en su forma de ver la iglesia, de valorar el ministerio pastoral, de cómo tratar a los hermanos; brechas sobre la disciplina a los hijos, en el matrimonio, en lo que permite dentro de su hogar, en las amistades que elige. Brechas y más brechas que debilitan al hijo de Dios y le llevan a confesar en abandono: "Y bueno... yo no puedo... este mundo es cruel para un creyente"; como si el destino y no el plan de Dios fuera lo que controla su vida.
    Sería mejor tomar la actitud del profeta y llorar con amargura, ya que de alguna manera será esto el comienzo de una restauración: "Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza." (Stgo. 4:9).  ¿Quieres recuperar la protección contra el pecado y los límites para el mismo en tu vida? Entonces hay que reparar estas brechas porque Satanás no pierde tiempo y da vueltas y vueltas sobre tu vida para hallarlas y aprovecharlas. Se diligente y consistente y comienza hoy mismo confesando el pecado que deteriora tu alma.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso


No hay comentarios :

Publicar un comentario