jueves, 30 de julio de 2015

BANDERA ROJA

"Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos." - Isaías 57:20-21

    Quien ha tenido la oportunidad de tomarse un descanso o vacaciones en la costa marítima sabe que al llegar a la playa el color de la bandera que colocan los guardavidas le indicará si el mar está en condiciones óptimas para bañarse y nadar o no lo está. La bandera roja es la desdicha de aquellos que aman la playa y el mar, especialmente si el día es soleado porque le avisa que, no importa cuán lindo se vea de afuera, no es prudente entrar en el agua. Dos cosas, entre otras, puede significar el mensaje de la bandera roja según los códigos internacionales de seguridad playera; "estado general del mar muy agitado" y "agua o arena contaminada".
    Cuando Isaías describió la condición del corazón del hombre sin Dios lo hizo con una "bandera roja" y no hizo ninguna diferencia ni ningún tipo de salvedad. La palabra "impío" en la Biblia significa justamente, culpable y conlleva la presencia de turbulencia y la ausencia de quietud interior. No hay paz -dice el profeta- para los impíos. Cuando en el contexto hebreo dos personas se encontraban y se saludaban; la pregunta inmediata era "¿cómo está tu paz?" -algo similar a nuestro "¿cómo estás?" De manera que el cuadro que nos da Isaías es concreto: Las personas sin Dios son personas que no están bien y son personas turbadas e inquietas espiritualmente.
   Si esta fuera una opinión humana de Isaías quizá muchos se animarían a objetar su declaración, pero el pasaje dice "No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos" Y esto significa que no importa lo que diga nadie, no interesa cuán hermosas palabras y argumentos utilice alguien para describir su vida interior y en general; aquí lo único que cuenta es el diagnóstico divino. Lo puedes encubrir con tu colección de música para relax, con una dieta que mejore tu figura, con libros de auto-ayuda, evitando amistades nocivas, oyendo filosofía oriental; todo lo que quieras, pero la condición sigue y seguirá siendo la misma: No hay paz.
   Existe una sola cosa que producirá el cambio tan esperado, y es creer el evangelio que nos habla de Cristo, el Príncipe de Paz; y la palabra de Dios nos asegura que "él es nuestra paz" ya que él "vino y anunció las buenas nuevas de paz" (Ef. 2:14 y 17). Cuando aprendas que Jesús solucionó el problema del "cieno y lodo" de tu alma "haciendo la paz mediante la sangre de su cruz" (Col. 1:20); entonces también gozarás de esta bendita declaración divina: "Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré" (Is. 57:19). No más bandera roja para tu alma. Sólo paz, sólo Cristo.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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