martes, 14 de julio de 2015

EN EL FONDO DEL MAR

"¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados."- Miqueas 7:18-19

    Cuando en la aldea de Moreset nació Miqueas, los flamantes padres le pusieron ese nombre a su hijo con la esperanza de comunicar el mensaje que creían Judá precisaba con urgencia: Tenían un Dios incomparable. "¿Quién como Jehová?" es el significado de su nombre. No es nueva esta verdad en la escritura (Exod. 15:11; Sal. 35:10; 71:19; 77:13; 89:6; 113:5) Y es que al final de su profecía él expresó con su propio nombre la pregunta retórica cuya respuesta tantos aún se esfuerzan en suplantar por ideas humanas.
    Pocos pasajes de la Biblia destilan tanta teología como estos versículos. "Los judíos ortodoxos los leen en el día de la expiación seguido a la lectura del libro de Jonás" (Constable). El profeta destaca el deleite de Dios en tener misericordia aún con una nación impía. 
    Dos cosas al menos deseamos destacar en este día. En primer lugar, que no hay condición pecaminosa que Dios no pueda perdonar porque pecado, maldad y transgresión son lo términos utilizados para describir la condición del pueblo. Son muchos los que viven pensando más en su culpabilidad que en la grandeza del Dios que perdona. No sólo no se dan cuenta que la culpa que sienten jamás es proporcionalmente directa a sus pecados, ya que  en verdad son peores aún de lo que creen; sino que no perciben ni disfrutan del Dios que es mucho mayor que sus iniquidades, y que puede perdonarlas.
    En segundo lugar, aprendemos acerca de la capacidad de Dios en olvidar y en hacer desaparecer el pecado. Y es que otra vez se trata de él y no de nosotros. El olvida y deshace; nosotros recordamos y fabricamos culpabilidad. Dios limpia la iniquidad, nosotros persistimos en destacar la mancha; Dios echa en lo profundo del mar nuestros pecados, nosotros tratamos de mantenerlos a flote. Las religiones del mundo siguen promoviendo esfuerzos para lograr lo que solamente Jesucristo puede hacer: "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad." (1 Jn. 1:9).
    Deja de luchar y porfiar con tus ideas y empieza a creer lo que Dios ha declarado de sí mismo: Perdona y olvida.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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