"Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo." - Lucas 14:25-27
La imagen es impresionante porque de lejos uno podría observar como si fuera una gran procesión de multitudes detrás de Jesús, claramente manifestando interés y algún tipo de aprecio por el mismo. Lentamente avanzaban hacia la misma dirección cuando repentinamente, el Señor Jesús se vuelve hacia ellos y dice lo que ocupa nuestro texto de hoy. El discernía perfectamente las intenciones; y ellos no entendían (muchos) hacia qué lugar se dirigía y para qué acontecimiento, "Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén... Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén" (13:22, 33). Iba a Jerusalén para morir, llevaría una cruz sobre sus hombros en su camino al lugar de la sentencia como era la costumbre para cualquiera que era condenado como reo a morir crucificado; ¿y ellos le seguían? ¿Por qué lo seguían?
Jesús hace una declaración contundente sobre la relación con padres, madres, o cualquier familiar e inclusive la propia vida de cada uno donde el amor por ellos supere a la posibilidad de honrar a Cristo ("aborrecer" en Lucas no tiene el sentido de odiar, porque el mismo Cristo dijo que debíamos amar a nuestros enemigos); y entonces Jesús coloca las bases para el verdadero discipulado que no tiene nada que ver con una admiración o una especie de amor platónico por su persona. El verdadero discípulo se identifica con la cruz de Cristo, y esto a su vez lo pone en las filas de los despreciados y rechazados por el mundo. Los admiradores no toman la cruz, los discípulos sí.
Jesús sabía esto, y por ello ante la escalada de crecimiento de las multitudes llegó un punto donde los confrontó con la verdad. Eventualmente quedó sólo, ni siquiera sus discípulos estuvieron con él para identificarse. ¿Por qué sigues a Cristo? ¿Qué es lo que haces cuando asistes a tu iglesia, cuando usas tu Biblia y cuando dices a otros que eres cristiano? Si Jesús no es de más valor que cualquier cosa, incluyendo tu vida; esto es, la opinión que otros tengan de ti; entonces estás en la línea de los admiradores y eso no te da el derecho de llamarte discípulo. Pero si te identificas con su muerte, muriendo tu mismo a todo lo que este mundo pretende arrastrarte tanto espiritual, emocional o físicamente; entonces sigue adelante porque hay un final feliz para esta clase de individuos.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso
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