viernes, 2 de octubre de 2015

FASE 1 - EMANUEL

"He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros." - Mateo 1:23

    El profeta Isaías fue el primero en conocer el plan de Dios para la salvación de su pueblo de sus pecados conocido como Emanuel; y casi setecientos años después el carpintero José recibió la responsabilidad de darle el nombre final a quien personificaría definitivamente este designio divino: JESÚS - Salvador.  
    Emanuel fue la primera fase de una secuencia gloriosa de la gracia de Dios para con los pecadores; porque la iniquidad del hombre lo separó eternamente de su relación y trato con el Creador de modo que los transformara en enemigos ciegos y transgresores, destinados a una condenación eterna. Sin posibilidad de acceso a su presencia, él tomó el paso que de ninguna otra manera hubiera hecho posible un contacto de esperanza; así se reveló al hombre en el nacimiento de su Hijo: Dios con nosotros. Su venida a este mundo fue el cumplimiento de una promesa que tendría mucho más alcance del que jamás nadie imaginó. 
    Dios con nosotros fue necesario para que pudiera ser para con nosotros, ya que así lo dice la escritura, "Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Ro. 5:8). Su encarnación tuvo exclusivamente este propósito, un cuerpo entregado por la iniquidad del pecador; la muerte de Emanuel. Pero su virtud y santidad y su perfecto sacrificio que dieron satisfacción a la justicia del Padre no permitieron que la muerte lo retuviera, y entonces su resurrección dio por hecho que su vida puede ser impartida a los pecadores regenerados de manera que ahora es bíblicamente cierto que está en nosotros ya que es un hecho que "Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria" (Col. 1:27)
    El alma transformada por el evangelio de la gracia de Dios, regenerada por el nuevo nacimiento y limpiada por la perfecta obra de la reconciliación en la cruz de Cristo; ahora puede gozar de la mejor y más bendita seguridad que ningún ser humano jamás haya imaginado, y es el hecho de saber que Dios es por nosotros, puesto que una vez más lo atestigua el Espíritu de Dios al declararnos que "Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Ro. 8:31). Pero no todo termina allí, pues lo que comenzó siendo un Dios con nosotros concluye con una esperanza inigualable que se nos ha prometido asegurándonos que nosotros estaremos con él, puesto que en el arrebatamiento de su iglesia "estaremos siempre con el Señor." (1 Tes. 4:17) Dios con nosotros, para con nosotros, en nosotros y por nosotros. ¿Estarás tú con él?

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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