"(Jairo) tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Y mientras iba, la multitud le oprimía. Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre... Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí... Mas él, tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate." - Lucas 8:42-44, 46, 54
La vida es breve, pero cuando ha sido visitada por Dios en diferentes personas les permite un punto de encuentro en común que se centra en la persona de Jesucristo. No importa cómo hayan vivido, cuando la salvación y el perdón de pecados es la experiencia de un individuo, entonces tiene una misma historia compartida con quien antes nunca conoció. Tal es el caso de Jairo y su hija, y la mujer con flujo de sangre. Doce años antes de este momento en ese lugar al noroeste del Mar de Galilea, la alegría llegó al hogar de Jairo cuando nació una niña y la tristeza y desesperación llegaron para ser parte de la vida de esta mujer desafortunada.
Dos historias diferentes que hallaron su lugar en común en el momento de contacto con Jesús. Por un lado Jairo pasó de doce años de alegría a un momento de desesperación; y por el otro una mujer que pasó de doce años de angustia a un instante inmediato de liberación. Ninguno de los dos tuvo mayor privilegio que el otro, pero ambos experimentaron el poder de Dios en sus vidas. El mismo día tuvieron una historia compartida que jamás olvidaron porque fue, no solamente la experiencia del poder de Dios, sino mucho más, la regeneración de sus almas.
El evangelio de Cristo ha encontrado y seguirá encontrando personas que han vivido una vida de tranquilidad y quienes repentinamente observan como su mundo se les viene abajo por la tragedia o infortunio; o personas que jamás han conocido en toda su vida un momento de paz y felicidad. La gracia de Dios transforma a ambos, los regenera, los salva, los perdona y los justifica. Sus vidas comparten el mismo gozo y al Jesucristo que sabe que ha salido poder de él para ambas vidas, transformado las penurias en victorias en una misma oportunidad.
¿Cuál es tu historia? ¿Te encuentras repentinamente agobiado como jamás imaginaste que ocurriría? O bien, ¿has estado en la angustia y desesperación desde que tienes memoria y uso de razón? Jesucristo es la salvación de Dios; el mismo dijo: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mt. 11:28)
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
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