domingo, 11 de octubre de 2015

NINGUNA DIFERENCIA

"Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos..." - Lucas 7:41-42

    Jesús ilustró de una manera sencilla y completa la situación del hombre en su condición de deudor ante Dios. El ejemplo lo oyeron al menos dos pecadores presentes en ese momento; una mujer de la ciudad conocida por su vida pecaminosa y un fariseo de la ciudad conocido por su apego a las ley de Moisés y las tradiciones. Distintos frente a los ojos del hombre, pero iguales frente a los de Dios. La vida de ambos los llevó a encontrarse en el mismo momento frente a Jesús, sus historias eran diferentes, sus estándares morales también; pero su posición ante Dios era igual: Deudores sin capacidad de pago; una condición que más adelante el apóstol Pablo definiría teológicamente - "Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios." (Ro. 3:22-23). El ejemplo de Cristo, al hablar de la remisión de la deuda a los deficitarios, incluye una nota de esperanza que es, básicamente, el corazón del evangelio: "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores." (1 Ti. 1:15).
    ¿Y cómo es tu historia? Quizá has transitado por una senda profundamente promiscua, licenciosa, llena de situaciones vergonzosas ya sea por un entorno inmoral o injusto de tu parte. Puede que hayas vivido practicando ávidamente todo tipo de pecados, ensuciando tu nombre, el de tu familia u hogar y no tienes la menor duda que tu deuda supera ampliamente los "quinientos denarios". O bien, quizá has sido todo lo contrario; tus oídos han escuchado himnos y cánticos cristianos desde que estuviste en la cuna; la Biblia y el lenguaje cristiano te han acompañado desde tu niñez; no hay registros de inmoralidad explícita ni de una conducta que merezca acusaciones varias de cualquier conocido; y sin embargo sabes que eres deudor aunque tu deuda, a juzgar por tu conducta, no supera los "cincuenta denarios." Sin embargo la condición de deudor es pareja para todos ante un Dios santo, no existe diferencia, ya que la deuda se cualifica adecuadamente al entender contra quién se ha pecado.
    Hay una excelente noticia que no debe desconocer ningún pecador no importa su trasfondo; y es que de acuerdo a las palabras de Jesús "no teniendo con qué pagar, perdonó a ambos." Ese es el punto en cuestión: Nadie tiene con qué pagar, no importa la sumatoria y la calidad de sus hechos. Dos pecadores con trasfondos diferentes pueden tener la certeza de que en la cruz de Cristo, cualquier clase de deuda fue saldada completa y definitivamente. "Quinientos denarios o cincuenta denarios" de déficit no hacen la diferencia ni para cuestionar la merecida condenación del pecador, ni para impedir su redención. ¡Gracias a Dios por su perdón y salvación!

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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